Saná
Saná es la capital de Yemen y una de las ciudades más antiguas del mundo. Según la leyenda, fue fundada por Sem, uno de los hijos de Noé. Estaba colocando una cuerda de guía para hacer una obra, cuando un ave bajó del cielo y se llevó la cuerda cerca de las montañas. Tomándolo por una señal, Sem levantó su ciudad en el mismo punto donde hoy día se encuentra Saná.
Saná es bien conocida por sus antiguas mezquitas y la riqueza de sus museos. La Gran mezquita de Saná alberga la copia más antigua del Corán que existe en el mundo. Los museos Nacional y de la Milicia conservan antiguos objetos yemeníes. Aunque la mayoría de las explicaciones están en árabe, visitar estos sitios puede resultar interesante.
A las afueras de la capital hay un palacio que solía ser residencia del principal Imán de Yemen. El Dar al Hajr o Palacio de roca corona la cima de una colina que se asoma a un cauce seco. Situada a 30 minutos de Saná, esta estructura recompensa a los visitantes con una muestra de la antigua arquitectura yemení.
La Bab Al Yemen es la puerta que lleva a la Ciudad vieja. Antaño, formaba parte de la muralla protectora que circundaba la ciudad. Dentro de sus muros hay una galería de arte que lleva a la zona superior de la puerta; también hay un zoco cerca, con excelentes restaurantes.
Socotra
Frente a las costas meridionales de Yemen, cerca de las aguas abiertas color turquesa del océano Índico, hay una isla que parece perdida en el tiempo. Aislada durante siglos y considerada ‘morada de dragones’, Socotra anima a todo el mundo a visitarla.
En ella prosperan plantas y animales que no se encuentran en otros lugares del mundo. Debido a su rico y delicado ecosistema, podría describirse a Socotra como ‘las Galápagos de Arabia’.
Antes del 2002, su remota situación desanimaba a muchos turistas. Afortunadamente, ese año se construyó un aeropuerto, reduciendo así el tiempo de desplazamiento.
Una visita a Socotra le demostrará su carácter único: los nativos hablan una lengua que no se usa en ningún otro sitio, la gente aún utiliza palos para hacer fuego y sigue fresco el recuerdo de una época en la que no existía el dinero.
Si puede, viaje hasta Socotra, porque sus ancestrales maravillas pueden ser pasto bien pronto de la modernidad.
Shaharah
Shaharah solía considerarse como un ‘pueblo de montaña fortificado’. Sin embargo, los tiempos cambian y, en lugar de defender el fuerte de los invasores, Shaharah abre ahora sus puertas a las hordas de turistas, ansiosa por revelar sus secretos.
Durante toda su historia, esta localidad situada en la cima de una montaña en el Yemen central se ha considerado inaccesible. Al este, está protegida por el Lugar vacío1 y la ascensión desde el lado oeste proporciona unas vistas que lo dejarán boquiabierto.
Afortunadamente, hoy en día esta tierra inaccesible ya no lo es. Los turistas que vienen a Shaharah suelen quedarse asombrados ante sus imponentes paisajes y pueden aprender algo sobre la historia de este lugar.
Conocida por ser refugio de imanes fugitivos, esta localidad vio también nacer a algunos de los mayores eruditos islámicos del Oriente Próximo.
Wadi Hadramawt
La atmósfera de este vasto y seco valle está cargada de romanticismo. Al principio, el Wadi Hadramaut puede parecer yermo y sin vida, pero la verdadera belleza del lugar relumbra en sus oasis color esmeralda.
Cuenta la leyenda que el valle estuvo habitado por gigantes y se dice que, como castigo divino por adorar ídolos y dedicarse al placer, estas criaturas destrozaron a los habitantes del valle y los elementos arrasaron sus ciudades.
Shibam, su ciudad más célebre, se conoce como ‘el Manhattan del desierto’. Cientos de viviendas hechas con ladrillos de barro, algunas de hasta diez plantas, se apretujan dentro de sus murallas. Algunas de ellas tienen siglos de antigüedad.
Zabid
Zabid es una localidad conocida por su contribución al acervo educativo de la humanidad, ya que su primer gobernante, Mohammed ibn Abdullah ibn Ziyad, ordenó construir la primera madraza, o escuela islámica.
La ciudad llegó a ser conocida como un centro del saber, tanto en Yemen como en los alrededores.
Fue capital del reino de Yemen en el siglo XV de nuestra era. Alojó asimismo a 5000 estudiantes procedentes del mundo musulmán y se la conoce por haber otorgado al mundo el conocimiento del álgebra. Solo por esto, Zabid merece ocupar un lugar destacado en el mapa mundial.
Posiblemente, los turistas se sientan un tanto frustrados al ver que muchos de los edificios y estructuras de este lugar, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, están derruidos o faltos de conservación. No obstante, si el álgebra le ha supuesto un beneficio (o incluso si le desesperó), rendir homenaje a su lugar de origen sería una parte memorable del viaje.
Montañas Haraz
Las montañas Haraz solían servir como barrera natural que aislaba Yemen de las influencias extranjeras. Debido a esto, la identidad cultural de los yemeníes ha permanecido intacta y en sus miles de años de historia, la nación no fue jamás conquistada.
En la actualidad, estas montañas exhiben una serie de pueblos fortificados, colinas en terrazas, cubiertas de cultivos destinados al comercio y la alimentación, y una pista de montaña que recorre un buen tramo del país.
Los más aventureros podrían lanzarse a explorar esta región a pie. Si visita las montañas Haraz descubrirá por sí mismo por qué se dice que la hospitalidad de estas gentes es insuperable.
Taiz
Taiz es el corazón cultural de Yemen: su gran población estudiantil la hace muy receptiva a las ideas nuevas.
El famoso explorador Ibn Battuta visitó en una ocasión este lugar, describiendo la ciudad como una de las mayores y más hermosas del mundo árabe.
Aunque hoy en día tal afirmación está lejos de ser cierta, Taiz alberga todavía algunos de los museos más excéntricos y de los personajes más liberales del país. Solo por esto merece la pena visitarla.
Tihama
La primera vez que ponga el pie en Tihama, se preguntará “¿todavía estoy en Oriente Próximo o he aparecido en África?”
En primer lugar, las casas de piedra propias de las tierras altas yemeníes se convierten aquí en cabañas de barro de estilo africano que salpican la costa. En segundo lugar, las costumbres locales son algo más permisivas y, por ejemplo, a diferencia de lo que ocurre en muchos países musulmanes, se permite a las mujeres aparecer en público sin cubrirse la cabeza. Incluso pueden hablar con los extraños en el mercado.
La ciudad de Al Hudayda es la capital de Tihama. Conocida por sus amplios bulevares, limpias calles y cafeterías de inspiración europea, permite a los turistas relajarse en uno de los bancos a la sombra, contemplar a los nativos mientras atienden sus quehaceres y dejar pasar el tiempo, olvidándose de las preocupaciones aunque sólo sea por un rato.
Marib
Marib fue antaño la capital del reino de los sebeos, según algunos, hogar de la Reina de Saba.
Esta verde extensión se habitó gracias a los tributos derivados del comercio del incienso. Adam se construyó hace 1000 años, para hacer más habitable a los ciudadanos esta ciudad enclavada en el desierto.
Sin embargo, siglos de abandono han socavado lentamente el prestigio de la localidad. Los objetos de su magnífico pasado han sido robados y saqueados. Las hileras de palmerales y naranjos han desaparecido hace tiempo, y se sabe de algunos turistas que han necesitado ser escoltados por la policía debido a las tensiones tribales.
Pese a todo, la autenticidad y la riqueza del sitio son tales que todavía hay suficiente material, pese al abandono, para alimentar la fascinación de los turistas que visitan estas tierras.
Hawf y Al Mahra
A primera vista, Hawf puede parecer un simple pueblecito a caballo entre las fronteras de Yemen y Omán. Sin embargo, este pequeño puesto fronterizo posee una de las mayores maravillas de Arabia: el Parque Nacional de Hawf, con verdaderas manchas de foresta (el único que hay en toda la península).
Seguramente, los turistas decidan no quedarse mucho tiempo en Hawf, debido a que no existen hoteles ni restaurantes en la zona, y apenas si se ve algún vendedor que ofrece salta o shawarma por la calle. El único sitio que hay para descansar es un pequeño café, más frecuentado por camelleros que por turistas.
Aún así, todavía hay viajeros que se acercan a Hawf por la pureza de su entorno natural. Aquí los aventureros disfrutarán de un medio ambiente prácticamente intacto, perfecto para el senderismo y la acampada.
Nonetheless, there are still travelers that visit Hawf for its robust outdoors. Adventurers that come to this place will enjoy its relatively untouched ambience, perfect for hiking and camp-outs.
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