• Menu
Zealand

Qué hacer en Nueva Zelanda

Visitar un auténtico marae

El mejor modo de vivenciar las tradiciones de la cultura maorí neozelandesa es visitar su lugar de reunión, llamado marae. Las visitas organizadas a un marae le ofrecen la posibilidad de apreciar de cerca los valores y estilo de vida maoríes, muy bien conservados.

La visita empieza con el acostumbrado hongi, el saludo maorí nariz-con-nariz. Después los invitados aprenderán más de los tradicionales bailes, canciones, ceremonias, idioma y otros aspectos de la vida tribal. También presenciarán una representación de la haka, una danza guerrera tribal que se ha convertido en un ritual básico con el que el muy querido equipo de rugby del país, los All-Blacks, inician sus partidos.

Lo típico es que las visitas al marae se prolonguen, incluyendo la noche, para que los invitados se sumerjan totalmente en el estilo de vida maorí. Previamente, se informa a los huéspedes de cuál es el comportamiento apropiado que se espera de ellos durante la estancia. Es importante prestar atención a estas orientaciones para no ofender a los maoríes.

Una de las zonas más recomendables para las visitas a un marae es Tauranga, situada en la bahía de la Abundancia, donde el monte Maunganui se alza como centro neurálgico de la cultura maorí.

Hacer salto con cuerda elástica (bungee jumping)

Los aficionados a las aventuras extremas miran hacia Nueva Zelanda cuando planean las vacaciones ideales. Se puede decir que los “kiwis” han perfeccionado la aventura al aire libre “a grandes saltos”, en especial al poner el bungee jumping a disposición de todo el mundo.

El primer sitio comercial dedicado al salto con cuerda elástica empezó a funcionar en 1988. El negocio está ubicado en el puente sobre el Kawarau, en Queenstown, y lo lleva el pionero y leyenda de esta práctica, AJ Hackett. El salto de mayor altura, no obstante, se hace a 134 metros sobre el río Nevis, a 32 kilómetros de Queenstown. Quienes saltan sienten durante 8 segundos y medio como si el suelo se lanzara hacia ellos a toda velocidad. El salto se realiza desde una cabina de teleférico.

Si no consigue llegar a Queenstown, busque su dosis de adrenalina en el puente del puerto de Auckland. Esta es la opción más popular entre los turistas, porque incluye un paseo por el puente para llegar a la plataforma de salto. Imagínese contemplar la belleza de la ciudad de las velas durante el trascendental paseo y luego hacer un salto de fé hacia las aguas del puerto de Waitamata. Es realmente algo de lo que se puede alardear ante amigos y colegas de vuelta a casa.

Encontrarse a los kiwis

El kiwi es un ave endémica de Nueva Zelanda, es decir, que no existe en ningún otro lugar de la Tierra. La cruda realidad del mundo moderno ha llevado a que se deteriore su población en los últimos años.

Aquí es donde interviene el maravilloso trabajo realizado desde el ámbito de la conservación de la naturaleza. En Rotorua y Rainbow Springs los visitantes pueden vislumbrar los esfuerzos de la Fundación Nacional del Kiwi en la conservación de este pájaro. Las instalaciones incluyen criadero, guardería y zona de oscuridad, que imita el entorno natural (la noche) de esta ave nocturna.

El Parque de Aves Autóctonas y Casa del Kiwi de Otorohanga (Kiwi House & Native Bird Park) posee la mayor representación de aves nativas de Nueva Zelanda. Los habitantes más preciados de su aviario son los kiwis. Otorohanga se encuentra en la región de Waikato, en la Isla Norte.

Navegar

El país es uno de los destinos para la navegación más conocidos. La costa de Nueva Zelanda es fácilmente navegable y los patrones pueden hallar refugio en las aguas calmas de numerosas bahías.

A Auckland no le llaman la ciudad de las velas porque sí. De hecho, es un destino de primer orden en este país por lo que a la navegación se refiere. Dejarse caer por Auckland resulta mucho más memorable si pilla a los yates y los veleros echando el ancla en el puerto Waitemata de Auckland, el muelle recreativo más animado de Nueva Zelanda. El bullicio aumenta en las aguas de Auckland durante el mes de febrero, cuando los vientos del norte azotan la ciudad con velocidades que a menudo alcanzan los 25 nudos.

Aparte de Auckland, se puede poner rumbo a otros destinos marítimos del país, como el golfo de Hauraki, la Bahía de las Islas y los Marlborough Sounds.

No hay nada más emocionante que sentir el beso del aire en la cara mientras se disfruta de las maravillas naturales de Nueva Zelanda a bordo de un yate. Si no le apetece convertirse en capitán de su propio barco, puede disfrutar tranquilamente de una cena romántica a bordo y relajarse sin más.

Ver los glaciares de la Costa Oeste

La costa oeste es una especie de mundo en sí misma, con su espectacular paisaje enclavado en un entorno alpino. Un viaje a esta espectacular región incluirá sin duda alguna una visita a sus dos glaciares más populares, el Franz Josef y el Fox.

A los senderistas les encantan estos glaciares por su accesibilidad. Se puede llegar con facilidad al pie de los lagos helados, ya que solo están a 300 metros sobre el nivel del mar. Durante la caminata, los senderistas admirarán antiguos valles fluviales hasta llegar al hielo del frente del glaciar.

Estos trayectos impresionantes cuentan con guías profesionales que conocen bien los terrenos helados. Para obtener una “vista de pájaro” de los glaciares, se puede desplazar en helicóptero hasta las zonas inexploradas donde nacen.