El principal factor a considerar cuando se planean unas vacaciones en Noruega es el tiempo atmosférico. Aunque el clima es algo más suave que el de otras regiones situadas en la misma latitud (ej. Alaska y Siberia), hay ocasiones en las que resulta extremo.
Por ejemplo, durante el invierno hay zonas en las que las temperaturas bajan hasta los 40° bajo cero, aunque en algunas áreas costeras las condiciones climáticas invernales son menos duras. Por lo general, en estas fechas Noruega se convierte en un blanco país de ensueño, un destino ideal para las actividades y deportes de invierno.
Los meses de verano, entre finales de junio y agosto, aportan una ansiada calidez. Con frecuencia, las temperaturas oscilan entre los 25 y los 30 °C; las montañas meridionales son las que presentan valores más altos. Los días son largos, puesto que el sol, literalmente, no se pone: este es el mágico fenómeno que se conoce como ‘el sol de medianoche’.
El otoño, que se inicia en septiembre, señala un descenso de las temperaturas. A la vez que cambia el tiempo, el paisaje cambia de tono, adoptando una paleta dorada.
El decorado más grandioso de Noruega se exhibe, no obstante, durante la primavera, cuando árboles y plantas florecen y se cubren de colores, llenando el entorno de efervescencia. La primavera transcurre entre mayo y mediados de junio y se caracteriza por las variaciones climáticas, con lluvia y sol alternando de un día para otro. Entre las regiones del sur y el norte del país hay significativas diferencias de temperatura.
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