Visitar el estado más pequeño del mundo
Con solo 44 ha de extensión, la Ciudad del Vaticano es el menor estado independiente del mundo. Aunque esta renombrada ciudad funciona como una monarquía absoluta, con el líder de la Iglesia Católica, el Papa, como cabeza del Estado, se encuentra geográficamente en el interior de Roma y es fácil visitarla estando en Italia.
La impresionante colección de monumentos, artefactos y otros elementos culturales destacados de la Ciudad del Vaticano atraen a todo tipo de viajeros, incluso a quienes no se encuentran de peregrinación. Entre las manos que contribuyeron a la construcción de la Basílica de San Pedro se incluyen las de grandes maestros como Miguel Ángel y Bernini. Los Museos Vaticanos contienen monumentales obras de arte, reunidas por los distintos papas al correr de los siglos.
Castel Gandolfo es la residencia oficial del Papa. Aparte de los edificios contenidos en ella, la propiedad incluye terrenos empleados para el ocio y la labranza.
Ir de compras en Milán
Algunos pueden considerar que ir de compras es una forma de terapia, pero en Italia es un deporte único.
El frenesí comprador suele alcanzar su punto álgido en el Quadrilatero della Moda de Milán, un barrio lleno de boutiques de moda y primeras marcas. Aparte de la célebre Via Montenapoleone, otras zonas como la Via Sant’Andrea, Via della Spiga, Via Verri y la Via Pisoni son puntos de interés destacados para las escapadas consumistas.
Sería un alivio que tuviera que renunciar a las compras debido a los elevados precios, pero no tendrá esa excusa, ya que existen rincones donde los productos son asequibles. Puede encontrarlos en zonas como el Corso Buenos Aires, Corso Vittorio Emanuele, Via Torino y el Corso di Porta Ticinese.
Los zapatos y bolsos de cuero italiano son probablemente una prioridad absoluta en mente de todos cuando se va de compras por Milán. A quienes tienen gustos eclécticos, los mercadillos de Fiera di Senigallia y Mercatone del Naviglio Grande les resultarán atractivos.
Saborear el helado italiano
Los veranos en Italia pueden resultar sofocantes. La mejor manera de refrescarse es con una bola o dos de gelato, el sabroso y cremoso helado italiano.
Los puestos de café y helado son muy populares en Venecia, Roma y Florencia. Algunos comercios venden su propio gelato casero, mientras que otros consiguen la mercancía de fabricantes locales de helados.
La mayoría de heladerías tienen fotografías de los sabores que sirven, para ayudar a los turistas a decidir qué helado desean. Heladerías como las de Giolitti y San Crispino en Roma, Perche No! en Florencia y el Café Paolin en Venecia han recibido reseñas entusiastas.
Hacer ciclismo por las colinas
Italia goza de ondulantes colinas ideales para explorar sobre dos ruedas, así que se ha convertido en un paraíso para la bicicleta de montaña y el ciclismo.
Una serie de itinerarios recogen lo mejor que puede ofrecer Italia: pistas vitivinícolas, cultivos en colinas, antiguas ruinas y carreteras rurales. Con una oferta turística tan exclusiva, no es de extrañar que los recorridos ciclistas por la región sean tan populares como las visitas turísticas convencionales.
Una de las rutas famosas para aventurarse en bicicleta recorre el maravilloso paisaje entre Florencia y Siena. La recompensa serán unas magníficas vistas de los viñedos de Chianti, la población medieval de Montefioralle, los olivares de Castellina y unos exuberantes bosques de cipreses.
Navegar en una góndola
Es impensable visitar Venecia sin subirse a una góndola, si está buscando la experiencia veneciana por antonomasia. Puede resultar caro, pero recorrer los canales en estas ubicuas embarcaciones merece la pena hasta el último céntimo.
Las góndolas son la mejor manera de llegar a los lugares de interés y a los rincones menos conocidos de Venecia. El recorrido típico cuesta 80 euros y dura 40 minutos. De noche, la tarifa sube a 100 euros. Estos precios están regulados, así que no se puede regatear.
En una góndola pueden ir seis pasajeros, por lo que resulta más práctico compartir el recorrido con otros compañeros si usted viaja solo.
Si el precio del viaje en góndola le resulta excesivamente caro, hay opciones más asequibles para moverse por los canales: los vaporetti y el traghetto, o transbordador. Reconocerá estos últimos por sus escasos ornamentos; el traghetto lo manejan dos remeros y se asemeja a una góndola, pero sin los extravagantes adornos y los lujosos asientos.
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