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St. Patrick’s Cathedral

Cuándo viajar a Irlanda

En Irlanda el clima es bastante impredecible, debido a su cercanía a la atlántica corriente del golfo. Es posible que los viajeros se encuentren (o no) con un febrero soleado o un marzo helador.

En cualquier caso, la corriente del golfo modera el tiempo atmosférico. En consecuencia, a pesar de los extraños cambios climáticos que sufre Irlanda estación tras estación, la temperatura media anual del país siempre ronda los 10 °C.

Por lo general, los meses más fríos son enero y febrero, cuando las temperaturas bajan hasta los 4-8 ºC. Durante el invierno, pueden registrarse intermitentemente temperaturas inferiores al punto de congelación, pero es raro que nieve.

Durante julio y agosto, hay días en que sopla la brisa y la temperatura es de 15-20 grados, con un valor promedio de 16 °C. Una temperatura de entre 22 y 24 °C, de acuerdo con los estándares irlandeses, significa un calor considerable; en los meses de verano hay aproximadamente 18 horas de luz solar al día, siendo julio y agosto los meses más cálidos. En esta época, se hace de noche pasadas las 23:00 horas.

Lo que a Irlanda le falta en nieve, le sobra en lluvia. Determinadas zonas del país reciben abundantes precipitaciones y en ellas llueve hasta 270 días al año. No obstante, el sur goza de un clima continental mucho más conveniente para el turismo.

Los meses estivales son la temporada alta de las festividades irlandesas. En esta época, los visitantes acuden en masa a Irlanda. Esto significa que habrá un montón de gente entonces por todo el país. Los precios de hoteles, visitas turísticas y productos alcanzan su máximo.

Los viajeros que buscan unas vacaciones más tranquilas y pacíficas pueden optar por visitar Irlanda durante los meses de primavera, entre febrero y abril, o en otoño, entre agosto y octubre. En primavera es cuando se celebra la festividad de San Patricio.