Si hay algo que vuelve locos a los filipinos, es la comida. Las grandes ocasiones se celebran con mesas rebosantes. Y en estas islas no es raro que la gente coma cinco veces al día: desayuno, almuerzo a media mañana, comida, merienda y cena.
Las tres comidas principales se componen, inevitablemente, de arroz y un plato de carne o verdura. En cualquier estrato de la sociedad filipina, es impensable una comida en la que falte el arroz.
Si visita las Filipinas, debe probar las delicias locales. A continuación figuran algunas de ellas:
Lechón
Esta es la comida festiva por antonomasia y consiste, obviamente, en cochinillo asado. En las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, banquetes de boda y bautismos, y en cualquier otra fiesta que se le ocurra, la gente pide lechón o su versión más tierna, el lechón de leche. Pruébelo con arroz, cubierto de salsa, o bien solo. ¿Cómo saber si es bueno? Ha de estar sabroso aun sin la salsa, y la piel ha de ser crujiente y fácil de romper, incluso en frío.
Balut
No es necesario que busque esta comida filipina. Los nativos se la ofrecerán con insistencia, regodeándose con la cara de asco que (anticipan) los extranjeros suelen poner la primera (o la segunda o la tercera) veces que ven esta “versión Frankenstein” de un huevo de pato cocido. ‘Y cuál es el problema con un huevo de pato cocido’, se preguntará usted. Bien, pues que el embrión del interior está ya medio formado.
La manera de comerse un balut es: romper el extremo redondeado del huevo, quitar un trozo de cáscara, sorber el líquido que hay dentro, abrir la cáscara y tragarse el patito cocido antes de comerse la yema. La clara suele estar muy dura y no es necesario tomarla.
Halo-halo
En las Filipinas hace calor, así que ¿qué mejor manera de refrescarse, si no con un manjar helado? El halo-halo (que literalmente significa ‘mezcla-mezcla’) se hace poniendo en un vaso alto habichuelas, rodajas de plátano, yaca3 y tiras de coco, todo ello cocido en almíbar, junto con gelatina, arroz tostado, azúcar, hielo picado, leche evaporada y por fin una cubierta de crema o helado.
Primero se toma la cobertura, luego se mezcla la leche granizada con el resto del preparado para tomarse un dulce postre helado, el antídoto perfecto para el calor del verano.
Taho
El vendedor de taho pasa por la mañana por las calles de Filipinas vendiendo este dulce de leche de soja cuajada a niños y adultos que deseen un desayuno rápido, nutritivo y portátil. El taho en sí es en realidad insípido, al igual que la leche de soja. Se endulza con el almíbar que el vendedor le echa y se adorna con perlas de tapioca, conocidas localmente como sago.
Albóndigas de pescado y calamar
Igual que el hombre del taho pasa cada mañana, por las tardes viene el vendedor de albóndigas de pescado y calamar. Una espesa masa hecha con harina, agua y puré de pescado o calamar se fríe en el acto, se pincha en un palito de bambú y se sirve con salsa. Puede elegir entre salsa dulce o picante, o mezclarlas, para disfrutar de esta rápida merienda con un vaso de gulaman (rodajas de gelatina en agua helada, endulzadas con caramelo) frío como el hielo.
Una advertencia sobre la comida callejera: no toda está preparada con la higiene suficiente. El proceso de cocción debería acabar con todas las bacterias, así que asegúrese de que la comida que toma está bastante hecha. Afortunadamente, a los filipinos les gusta la comida bien pasada y lo poco hecho les parece crudo y por tanto incomible.
Tenga cuidado también con el agua. Beber del grifo puede causar molestias de estómago, incluso a los nativos. Tampoco el agua embotellada es siempre segura. Durante su estancia, sería más conveniente que se hiciera con agua destilada. Pida consejo a los nativos sobre las marcas de confianza.
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